domingo, julio 12, 2009

El asesinato de la voz

Publicado el domingo, 07.12.09
El asesinato de la voz
By CARLOS ALBERTO MONTANER

Afirma el diario Granma que el ex embajador norteamericano Otto Reich y
yo asesoramos al gobierno que derrocó al presidente Zelaya en Honduras.
Naturalmente, esa es una burda falsedad. Reich la ha desmentido. Yo lo
hago ahora con el mayor énfasis. No conozco al señor Micheletti ni a los
militares que depusieron a Zelaya. No tengo la menor relación con ese
evento. Se trata de una acusación absolutamente infundada y delirante
propia del desacreditado periodismo cubano.

Por supuesto, no estamos ante un error inocente, sino frente a una
calumnia muy bien estudiada. Primero, un agente de influencia del
régimen situado en Miami, un viejo periodista al servicio del gobierno
de Castro, dijo en su hora radial que hay un informe secreto de un país
europeo que afirma que Reich y yo somos asesores de los golpistas. No
reveló de qué país se trataba ni cómo él obtuvo esa información. No
podía hacerlo: es una pura invención. La calumnia, plantada en la radio,
inmediatamente se abrió paso por internet hasta La Habana. Allí, los
jefes del agente de influencia la reprodujeron en Granma y toda la radio
cubana y las cadenas de noticia la lanzaron al exterior. Inmediatamente,
muchos medios de comunicación del mundo entero la reprodujeron sin
detenerse a verificar el contenido. Gracias a internet, ese efecto se
multiplicó por mil en un instante.

¿Por qué mienten? Muy sencillo: propaganda, desinformación, ''medidas
especiales'' propias de los gobiernos totalitarios. En inglés existe una
expresión muy gráfica para cierto tipo de difamación extrema: character
assassination. Consiste en destruir metódicamente la imagen de una
persona hasta convertirla en una figura repugnante a la que nadie desea
vincularse. Contra los escritores incómodos existe una variante
igualmente vil: el ''asesinato de la voz''. La campaña se encamina a
intentar silenciarlos mediante calumnias, amenazas y presiones de todo
tipo sobre ellos y sobre los medios que divulgan sus ideas.

Este episodio no es nuevo. Hace muchos años que padezco
ininterrumpidamente una de esas operaciones de los servicios de
inteligencia. En 1980, Jesús Arboleya, alto oficial de la Dirección
General de Inteligencia de Cuba, le explicó al profesor Lisandro Pérez
de Florida International University que se interrumpían los contactos
académicos entre el gobierno de Castro y el Instituto de Estudios
Cubanos de Miami mientras yo escribiera en el boletín de la Institución.
Para honra del IEC, jamás me pidieron que dejara de colaborar.

A partir de ese momento, el gobierno cubano, por medio de su vasta red
de colaboradores, se ha dedicado a propagar sistemáticamente dos
falsedades que jamás ha podido probar: unos supuestos vínculos con la
CIA, que nunca he tenido, y un pretendido pasado terrorista que, por
supuesto, es totalmente falso. Esos son los dos caballos de batalla en
los que montan sus campañas.

A veces las presiones son más intensas. A fines de los años 80 los
servicios cubanos de inteligencia me enviaron a mi oficina de Madrid un
libro bomba titulado Una muerte muy dulce. Querían asustarme para que me
callara. La bomba no estaba preparada para que estallara. Era sólo una
macabra amenaza. Acababa de publicar un libro que les irritó mucho:
Fidel Castro y la revolución cubana, y pretendían que no siguiera
escribiendo. Obviamente, denuncié el hecho y continué mi labor.

El siguiente capítulo de este intento de ''asesinato de la voz'' tiene
fecha fija. El próximo 4 de agosto una delegación de miembros de la
''Red Informativa Virtin'', un grupo de presión pro FARC que opera en
Colombia --mamertos les llaman en ese país-- le hará entrega al Dr.
Gustavo Bell Lemos, director de El Heraldo de Barranquilla, de unos
cuantos centenares de peticiones de diversas partes de América, todas de
la misma cuerda política, para que cancelen mi columna. Según revelan
ellos mismos en sus publicaciones de internet, la operación de recogida
de firmas la ha coordinado desde La Habana la señora Rosa Cristina Báez
Valdés, persona designada por la Seguridad del Estado para estos
menesteres policiacos.

¿Por qué esta exagerada fijación de los servicios secretos cubanos en mi
contra?

Según me cuentan algunos desertores de alto rango, en su momento fue el
propio Fidel Castro el que decidió que su aparato de propaganda y
difamación me colocara en el punto de mira. Parece que le irritaban mis
comentarios sobre su gobierno y, sobre todo, mis análisis sobre su
personalidad psicopática y sus limitaciones morales e intelectuales. En
realidad, no sé exactamente por qué me odia. Lo único que se me hace
evidente es que quiere ''asesinar'' mi voz.

www.firmaspres.com

CARLOS ALBERTO MONTANER: El asesinato de la voz - Opinión - El Nuevo
Herald (12 July 2009)
http://www.elnuevoherald.com/opinion/story/495643.html

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