jueves, julio 16, 2009

LA CULPA DEL OTRO

LA CULPA DEL OTRO
2009-07-16.
Dr. Sinué Escolarte, Periodista Independiente

(www.miscelaneasdecuba.net).- La Habana, Cuba.- El depuesto mandatario
Manuel Zelaya tiene una historia que debe tenerse en cuenta en las
posibles negociaciones, mediaciones, conversaciones, o como se le quiera
llamar a lo que está ocurriendo para encontrar solución al conflicto en
Honduras.

No se trata de un Evo Morales, que representó a los indígenas siempre, o
Daniel Ortega que mostró su mano izquierda en repetidas ocasiones antes
de llegar al poder.

Zelaya es parecido a Hugo Chávez, golpista antes y criticador de los
golpes de estado después. De derecha hasta que le convino. Asesorado
directamente por este e indirectamente por El Hombre Más Bueno Del
Mundo, el hondureño pensó que el juego al engaño funcionaria como en
Venezuela y ahí estuvo su error.

El pueblo que democráticamente lo llevó hasta el poder, un pueblo que no
es multitud, divisó la patraña, la metamorfosis a conveniencia y lo
depuso. Cuando un grupo de empresarios solicitó al ejército la expulsión
de su presidente, enseñó las pruebas que fueron analizadas por el
Tribunal Supremo quien dictaminó comprobando las violaciones y el
Parlamento nombró al asignado para sustituir en su momento a la máxima
figura, no se estaba efectuando un golpe de estado típico.

Funcionaba el mecanismo democrático en un país donde se cumplen las
leyes y se respetan los derechos. Dos de los tres poderes jugaron su
papel. Falto juzgarlo sin expulsarlo. El ejército se limita a hacer
cumplir el orden público y nadie debe apoyar que grupos de incendiarios
pagados por la alianza populista lo altere.

No existe allí una dictadura militar como la de Cuba, impuesta hace
medio siglo y se realizarán elecciones libres cuando corresponda. La
única defensa que tiene el destituido, es que le dieron un golpe de
estado anticonstitucional. Como se puede comprobar no es tan así. Sería
esta la parte de culpa asumida por los que gobiernan actualmente. La del
exmandatario, ¿cuál es?

Zelaya era un reconocido anticomunista, amante de la oligarquía,
derechista, capitalista puro, demagógico congénito. A ninguno de los
populistas le importó sus raíces para utilizarlo en el intento de
expandir el imperio socialista en América Latina, destino final de los
mandatarios que han crecido en la región y que en este momento encabeza
Chávez, asesorado directamente por Fidel. Lo importante era que se
sumara a la ola, y no, como pensaba, ni quien era. Por eso la derrota no
la sufre él solo, sino el movimiento izquierdista y el ALBA también.

Tampoco se trata de un Salvador Allende, comunista inmolado tras el
impulso que recibió desde el palacio de la revolución cubana. La
historia de Zelaya es otra. Primero, su potente y bien entrenada guardia
militar mixta cubano-venezolana no funcionó, ni uno solo de ellos
resultó herido.

Lo dejaron coger. Luego, lo sacan a punta de pistola y no se resistió
para que demostrando valor, amor por su pueblo, y patriotismo, asumiera
la categoría de mártir. Después, anunció corajudamente su regreso
inminente y se prolongó varios días, haciéndose acompañar por
personalidades que evidentemente iban protegiéndolo.

No aterriza y en una magnifica demostración de histrionismo, dice que si
hubiera tenido un paracaídas se hubiese tirado. La realidad es otra.
Sigue fuera del país y lo que lo mantiene vociferando su regreso, es el
apoyo internacional que increíblemente no le ha cuestionado la parte de
culpa que tiene en los sucesos. Para ellos, es inocente y víctima. Para
el pueblo, 8 millones de habitantes que no se han tirado a las calles a
defenderlo, no.

¿Cuántas constituciones latinas legalizaron ya las dictaduras con la
reelección de sus presidente? Eso pretendía Zelaya, esa es una de las
traiciones por la que tiene que responder. Ahí está la mayor de sus
culpas. Por ese carácter irrevocable del socialismo en la constitución
cubana, sufrimos la más cruel tiranía que haya existido en nuestro
continente y no encontramos la manera de salir de ella.

Eso fue lo que se evitó y no solo eso tiene como ventaja la actitud
valiente, decidida e inteligente de los hondureños, sino que convoca
reanalizar, reflexionar, sobre la futura perpetuidad de Hugo Chávez en
Venezuela, Correa en Ecuador, Morales y Ortega en sus respectivos países.

No es tan difícil resolver el problema. Lo primero: no mirar la culpa
del otro, sino la propia. El Gobierno actual reconoce la suya
garantizando que él, Zelaya, retorne a su país sin riesgos, lo repone en
el cargo y seguidamente sin mediaciones, presenta las pruebas para que
el poder judicial le juzgue sus violaciones. Esto no sucederá. El ex
presidente nunca reconocerá su culpa, porque sería ella quien lo
expulsaría del país por traidor a su patria.

LA CULPA DEL OTRO - Misceláneas de Cuba (16 July 2009)
http://www.miscelaneasdecuba.net/web/article.asp?artID=21761

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